DE LAS BONDADES DE LO INÚTIL

DE LAS BONDADES DE LO INÚTIL

Por el insignificante Catedrático de la Academia Estúpida de las Artes y las Letras Vicente Gascón García (un inútil total)

En un mundo movido por intereses, los beneficios por todo lo útil, pretendo defender y defiendo la inutilidad como garante del buen vivir y denuncia de la inutilidad y nocividad de lo útil.

Son útiles los reyes y presidentes, los políticos y clérigos, la economía de mercado y el capital, al menos eso en los que nos dicen reyes, presidentes, políticos, clérigos y empresarios; no sólo lo dicen, sino que también imponen estas creencias en las subyugadas mentes de vasallos, ciudadanos y populacho que, sorprendentemente, les apoyan y respaldan.

Ciertamente, todo esto es muy útil si analizamos el patrimonio y logros económicos de los que ocupan los puestos superiores de la pirámide poblacional. Pero es cuestionable la utilidad de los que están sometidos a la cadena productiva que alimenta las ambiciosas tragaderas de los poderosos.

Sin embargo, las artes no llenan estómagos, no trafican con medicamentos, no mueven máquinas, ni provocan guerras. Bueno, salvo cuando los superiores se aprovechan de las artes para especular y marcar distinción; porque, cómo demostrarían que son superiores y poderosos, si no poseyesen el cuadro o la escultura más cara, o no pudiesen disfrutar, de forma exclusiva, de los grandes eventos musicales o literarios, de rodearse, para su uso personal, de los bufones de las artes, las letras y los espectáculos.

Cuadros, esculturas, literaturas, poética, música, danza, teatro, etc., realmente son tan útiles que los pueden disfrutar, de una manera u otra, hasta los más miserables. No saciarán su apetito, no mejorará su economía o estatus social, ni salvarán sus vidas; pero, a todos proporcionará un cierto goce personal, una sensación de bienestar y calidad de vida. Podrán vivir en chabolas de material de desecho, pero en sus paredes podrás encontrar una bella lámina rescatada de la basura, un objeto meramente decorativo o un reproductor de audio. No aportan absolutamente nada para mejorar su miseria, ni le reconocerán ningún valor económico, tan solo permanecen en su compañía para transcender la vulgaridad de lo cotidiano.

Desde los tiempos más remotos nos hemos rodeados de estos objetos inservibles, desde una piedra con tonalidades o formas que nos atrajo la atención, ramas y trozos de madera, dibujos y pinturas sobre las paredes, músicas para la danza o simplemente para romper el silencio. Objetos y enseres inútiles que se pueden abandonar en una huida precipitada, que sin embargo, a veces, es lo primero en meter en la saca.

Y, ¿qué pasa con lo útil? Por lo útil se pelea y se mata, se generan guerras y odios, se rompen amistades o se deshacen familias. Si asaltan tu casa, los ladrones despreciarán casi todo y sólo se llevaran lo útil, salvo que algo inútil, posea un valor económico que le convierte automáticamente en algo útil, útil para canjear por otras cosas más útiles.

Un coche es algo útil, al menos si necesitas desplazarte con cierta frecuencia. Aunque un coche de alta gama es absolutamente inútil. Si el poseedor, por algún revés pierde poder adquisitivo, el coche de alta gama, no sólo se vuelve inútil sino que genera costes que restan poder adquisitivo y de nada sirve la distinción que pudiera aportar, cuando lo que necesitas es pan.

Curiosamente los más miserables, se conforman con tener entre sus pertenencias el tapacubos o la insignia de ese elegante vehículo, llegando, incluso, a robrarlo sin que ello le vaya a sacar de su penumbra económica.

En resumidas cuentas, lo inútil parece aportar satisfacción, hacer sentir que has alcanzado algunos logros y distinción, o simplemente que aumenta la confortabilidad de tu espacio íntimo, aunque en realidad no sirve, crematísticamente hablando, para absolutamente nada.

Ciertos políticos, en cuanto toman el poder, las primeras medidas que toman es eliminar todo lo que ellos creen inútil; en educación suprimen materias como filosofía, arte, música,.. y potencian otras que contribuyen a mejorar la calidad de vida de los poderosos, arguyendo que sirven para facilitar la disponibilidad de puestos de trabajo, trabajo para satisfacer las necesidades del buen vivir de las personas de bien. Alguien tendrá que limpiar sus casas, cuidar de sus jardines, cocinar suculentos manjares y fabricar sus coches de alta gama.

Lo inútil nos hace más humanos, lo útil nos convierte en depredadores.  ¡Viva todo lo inútil! ¡Viva las Artes y las letras! Vivo en una cueva, pero he pintado en sus paredes manos, monigotes y animales.

DEL VIVIR ESTÓLIDO

DEL VIVIR ESTÓLIDO
Mariano H. de Ossorno

Gusta el Maestro Mateos de pasar las mejores horas de la tarde, cuando es que el sofoco comienza a apaciguarse, en animosa conversación con afines y desafines a su verba, pues de todo ha de haber si se busca una charla productiva y no mero el chachareo de bocas alicaídas o alienadas [palabra que poco se hace oír en las tabernas], alrededor, siempre, de una botella del buen vino  de la tierra; ese vino bronco de uvas negras y jugosas capaz de encrespar hasta al mismo Lázaro que lo probara.

El Maestro Mateos es hombre sencillo y cauteloso por lo común, mas cuando el vino cunde en la mesa de la taberna, cumpliendo con creces su encomendado cometido, momento en que todos los asistentes se vuelven como piedras de mechero, enseguida prestos a soltar sin previo aviso su chispa incendiaria, él, como a su vez los otros, suele porfiar a favor de las mayores extravagancias que el vapor del pirriaque agita su, por lo demás, bien amueblada cabeza, pero en cuyo trastero deben acumularse, sin orden ni concierto, esos otros muebles que sólo aguardan la oportunidad de recuperar su antiguo sitio en la casa, como el mono que llevamos dentro pugna por recuperar su animalidad más retraída.

Entonces, poseído la euforia festivalera del alpiste afloja lenguas, el Maestro Mateos, al igual que el peor de los nihilistas, el más radical de los profetas apocalípticos, hace crujir el ya calentado ambiente, soltando sus imponderables amonestaciones contra todo y contra todos; contra esto uno y aquello otro de cuanto en el mundo le alimenta la tirria que le viene carcomiendo las entendederas, al igual que el óxido al hierro, desde que se doctorara en Metatísica con una tesis sobre “El malestar de la cultura y sus efectos en la vida diaria del Ser pensante”. Fue encontrándose en mitad de la redacción de la misma, circunstancia que el Maestro Mateos considera crucial en el desarrollo de su pensamiento, que se cayó del caballo, como el mismísimo Pablo de Tarso –aunque él saliera del incidente peor parado que el viejo doctrinario– y se reconvirtió de entusiasta en detractor; de ángel en diablo; de buena persona en mal bicho; de uno en dos: un Maestro Mateos bonachón y constructivo a las hora claras del día y otro Maestro Mateos desaforado y destructivo nada más apagarse el sol en la lejanía. Porque entonces, solo entonces, cosa que ya hemos adelantando, pero que el trazado de esta narración nos fuerza a repetir, al favor del vino aflora su inconsciente malherido y comienza a canturrear, a cada palabra con mayor vehemencia, la lista de cuantas aportaciones de la maldita Cultura siguen triunfando en amargarle su plácida existencia a la perpleja Humanidad, que no sabe reaccionar a tiempo, ni ganas que parece tener.

Hoy, por situarnos en el presente más inmediato, en lo que oímos mientras compartimos mesa con el Maestro Mateos, tal bestias mansas y complacientes, ha sacado del pozo de esos innúmeros adelantos civilizadores que, según él, se establecen en nosotros con la única finalidad de entorpecernos el vivir sin fama a cambio de la gloria de un sinvivir civilizado, al comer espinacas cocidas y las películas en versión original y el olor dulzón del tabaco de pipa y el club de los corazones solitarios y los pasquines de casas de masajes y las rosas cúbicas de los poetas y las hileras de las procesionarias del pino y el licor de moras y que te soliciten un favor y las propiedades comunes de las vitaminas y el clamor de los atletas y las encuestas electorales y los ambientes sobrecargados y la sopa recalentado al microondas y las olas y las primaveras y los columpios y bailar pegado y las traducciones del portugués y los portaminas y los portaviones y las dentaduras postizas y los coches de motor eléctrico y la hora de acostarse y los teleñecos y el calor húmedo del agua caliente y las piperas que venden cigarrillos de matalauva y las tiendas de semillas exóticas y los brotes sicóticos de los alumnos díscolos y los sombreros de ala ancha y las cachiporras de los municipales y las camisas de fuerzas y los sillines de las bicicletas y el gallo de morón y los molletes de Antequera y las ensaimadas y los andares cansinos y las excursiones a la montaña y la ley de la gravedad y leer libros recomendados y los brazos de algunas mecedoras y los farolillos de los restaurantes orientales y los inviernos fríos y de poco llover y los estados de derecho y los ingredientes de la purrusalda y  los vientos en la cara y el pan de molde y los espacios abiertos y los libros de bolsillo y el morirse los seres queridos y la parsimonia de las salamanquesas y saber por dónde vas y perderse los seriales de la radio y contar sin los dedos y las músicas sordas y los pantalones ajustados al culo y las aceitunas negras y las retrasmisiones deportivas y los crecepelos…

Y así como les cuento, el Maestro Mateos, jornada tras otra –descontando los días festivos y los del mes de agosto, que la taberna cierra para merecido solaz de sus dueños y servidores–, se explaya expandiendo entre los bayucanos, que no faltamos a las citas sin causa justificada, la interminable nómina de los condicionantes  invisibles que la dorada civilización, el inagotable progreso, en su avidez de novedades, y en el querer pernicioso de hacer de todos nosotros una especie trascedente, dice ir regalándonos al objeto de sacarnos, algún mañana, de nuestra congénita estupidez de origen, y que por ser cosas de tan sencilla apariencia y de tan común protagonismo, se aceptan con enorme desparpajo y confianza en sus intenciones, cuando lo cierto es que, hasta el momento, ningún aprender más, ningún caudal de conocimientos adquiridos, nos ha librado de la estupidez.

Pero, aunque así no lo quiera el Maestro Mateos, él sabe bien que hay que seguir enseñando (vocación no le falta), pues de no dejar de ser estúpidos, seamos, al menos, unos estúpidos ilustrados. Buena gente que sueña con regresar rendidos a las salvíficas labores del campo.

(A Agustín García Calvo, maestro interminable)

LA INUTILIDAD Y LA SANDEZ COMO IMPULSORAS DE LA CREATIVIDAD

LA INUTILIDAD Y LA SANDEZ COMO IMPULSORAS DE LA CREATIVIDAD
Manel Costa

Dos billones (con b) de dólares, al año, gastan los países —llamémosles— desarrollados en armamento. Haciendo un esfuerzo utópico, ¿podríamos pensar, por un momento, en si esa cantidad se invirtiera, cada año, en el bienestar de la humanidad (investigación, sanidad, educación, cultura, solidaridad…), cómo de distinta sería nuestra sociedad?

Entiendo que no es un párrafo adecuado para empezar a hablar de arte y estulticia, pero no crean… La memoria histórica que tenemos —milenio arriba milenio abajo— es de hace unos 5.000 años. Durante todo ese tiempo las sociedades —todas— se han gestionado, con pequeñas diferencias, por lo que entendemos por cordura y sensatez. Bueno, pues el resultado es el que es, y no hay otro. Una sociedad en quiebra moral y ética irreversible. Por tanto, mi propuesta es que sean sus contrarios, es decir, la inutilidad y la estulticia, las que nos guien en todos los ámbitos de la vida. Y a mi entender, la parte esencial para comenzar a construir una buena vida, es el arte y la cultura.

Allan Kaprov, creador o inventor del happening y las instalaciones, allá por los años 50 del pasado siglo, decía que el no-arte es aquello que aún no ha sido aceptado como arte pero ha captado la atención de un artista con tal posibilidad en mente. Para mí, este comienzo me es totalmente válido para elucubrar sobre aquello que todavía no sé de qué va a tratar, ni cómo voy a expresarlo.

Cuando leí, por primera vez, una traducción al castellano del “Elogio a la locura” de Erasmo, algo no me cuadraba, había alguna cosa que, desde el principio, me resultaba desconectada de mi predisposición conceptual a leer ese tratado. El encaje entre el contenido y la locura no acababan de ajustarse con la precisión que yo esperaba. Pasado un tiempo, leí que, en realidad, el título original era Stultitiae Laus, es decir, “Elogio de la estupidez o la estulticia”. Este descubrimiento —cuya interpretación puede ser errónea, sin embargo para mí me viene como anillo a Saturno—, fue una puerta abierta al entendimiento de la configuración de esta sociedad humana en la que vivimos. Ahora sí comprendía muchas cosas que, ¡oh sorpresa!, conformaban las estructuras sociales y civiles de esa humanidad que me resultaba indigna e incomprensible, sobre todo inexplicable.

La estupidez suelen situarla en oposición a la sagacidad, a la inteligencia, a la perspicacia. Escribía Kierkegaard, precisamente, que ante la indefinición de la memez, la falta de concreción en su descripción, se suele definir en términos de aquello a lo que se opone, o a lo que se piensa que se contrapone, no a lo que es en sí misma.

En 1866, el filósofo Johann Erdmann definió la forma nuclear de la estupidez: «La estupidez se refiere a la estrechez de miras. De ahí la palabra mentecato, «privado de mente». Estúpido es el que sólo tiene en cuenta un punto de vista: el suyo. Cuanto más se multipliquen los puntos de vista, menor será la estupidez y mayor la inteligencia».

Esto ya lo dijeron los pensadores griegos. La palabra idiota, según parece, define a la persona que no se ocupaba de los asuntos públicos, sino sólo de sus intereses privados. Es decir, lo que actualmente se conoce como egoísta, usurero, capitalista y depredador social. ¿Le estamos dando un significado totalmente opuesto, en la actualidad, a este adjetivo? Bueno, en realidad, a lo largo de la historia el concepto de idiotez ha ido cambiando según lo interpretaban, por un lado los talentos y por otro el vulgo; los memos y los locos estaban en el mismo cesto. Lo cual no deja de ser una bicoca, ya que de esa manera, la Academia Estúpida de las Artes y las Letras se acogerá a la interpretación que más le acomode en cada momento.

Este concepto, por tanto —y porque así nos interesa—, muestra y recalca que estamos rodeados de estúpidos. Nuestra sociedad es un claro ejemplo de que la idiotez está instalada en sus mismas raíces. En consecuencia, si, como componentes de esta tribu imbécil, somos unos idiotas más, seámoslo con fundamento. Ejerzamos como memos con inteligencia (esto puede parecer una contradicción, pero ya que somos idiotas actuemos como tales, es decir, contradictorios e indispuestos mentalmente), con cultura, puliendo la sandez hasta que se ofrezca como lo que es: una de las pocas maravillas de esta vida.

Contaba James Joyce que a su hija, que sufría de síndromes psicóticos, le gustaba escribir, pero su escritura era bastante incomprensible, similar a la que él mismo utilizó en Finnegans Wake. Preocupado la llevó a que la atendiera el doctor Carl Gustav Jung, a Suiza, donde vivía el afamado psiquiatra. Joyce le enseñó los escritos de su hija, y le dijo que escribía igual que él, pero él se sentía y lo sentían cuerdo, no así, entendía, (a) su querida hija. Jung le contestó: «donde usted nada, ella se ahoga». Este análisis tan maravilloso nos da pie para que los académicos/as, de ésta tan fascinante entidad, nos afanemos en aprender a «nadar» en la memez, con el fin de aprovechar todas las substancias prodigiosas que alberga. No queremos «ahogarnos», sino «nadar» y hacerlo contracorriente, cuanto más a contracorriente lo hagamos, mejor serán nuestras producciones artísticas.

Entiendo que el artista debe serlo las 24 h. del día. No acepto un artista por unas horas al día y menos a la semana. Y esto no quiere decir que haya que estar «produciendo» ininterrumpidamente. Mi concepto de artista es un ser que no vive en un espacio ni en un tiempo concreto. Sus gestos artísticos no tienen límites, ni reglas, y eso es así porque su capacidad de abstracción y de succión de lo que le rodea no tiene límites, ni tamiz o filtro. Absorber lo que la generalidad desecha, es lo más sugestivo y provechoso para realizar un arte honesto e incomerciable. La inutilidad que se le concede a la imbecilidad es la constante que puede (y debe) sostener la labor artística de un creador.

Por otra parte, también distinguiría, obviamente, el artista que consigue que la inutilidad de su obra sea manifiesta, a pesar de que su objetivo sea todo lo contrario, y aquel que busca, pacientemente, la falta de utilidad normativa de forma consciente.

Quizás, hablar de la estupidez intentando comprenderla y explicarla, sea un intento de posicionarse fuera de ella. Y probablemente sea así; es decir, el memo que intenta desmarcarse del grupo marginal de idiotas, señalando y estigmatizando a ese colectivo y manifestando, abiertamente, que él no pertenece a tan subestimada comunidad, en realidad, a mi entender, forma parte de la «sensatez» que ha llevado a la humanidad a la cima de su destrucción.

Los que nos reconocemos imbéciles conscientes, por tanto cultos e ilustrados, podemos caer en la pedantería, en tanto en cuanto calificamos a los idiotas ignorantes, sin pretenderlo, de personajillos que todavía no han entendido que este mundo que hemos construido es una verdadera calamidad, y que esta situación no nos ha venido del cielo o del azar incontrolable, esta realidad que disfrutamos, en la que descansamos nuestras vidas, es una responsabilidad totalmente nuestra. No deberíamos, por tanto, actuar como ellos. Como decía no sé quién: «déjalos, que no saben lo se hacen», o algo así.

Es evidente que el paradigma del «cubo blanco» o peana, que nos recuerda  Daniel Gasol en su magnífico libro Art (in)útil, ya se ha conseguido superar, en parte; naturalmente las instituciones culturales que dominan y dirigen el arte, habían logrado, a través de esos artefactos (peanas o marcos, ediciones y partituras) indicarnos qué es arte y qué no lo es. Es cierto que esos soportes han cambiado por otros más sofisticados, más invasivos y, sobre todo, virtuales. Sin embargo, en mi opinión, se está cambiando (con gran astucia) la herramienta pero no quien la utiliza. Todo sigue en manos de la utilidad sensata, interesada y codiciosa que, desde tiempos inmemoriales, ha gestionado el mundo del arte.

Pensemos, pues, qué podemos hacer para escapar de esta red «juiciosa».

Para terminar, les dejo unos cuantos aforismos de artistas y poetas que, en mi opinión, debemos, al menos, atender.

  • Abraham Flexner: La utilidad del conocimiento inútil.
  • Ovidio: Cuando has meditado a fondo lo que puedes hacer, verás que nada hay más útil que ese arte que no tiene ninguna utilidad.
  • Leonora Carrington: Una vez un perro le ladró a una máscara que hice, ha sido el comentario más honorable que he recibido
  • Giacomo Leopardi: Fundar un periódico que hace gala de ser inútil…, es lo más útil que he hecho en mi vida.
  • Elsa von Freytag-Loringhoven (Baronesa Dada): Todo artista está loco con respecto a la vida ordinaria
  • Théophile Gautier: Todo lo que es útil es feo; por ejemplo: las letrinas. O es bello o es útil, pero las dos cosas a la vez no las conozco.
  • Baudelaire: Ser un hombre útil me ha parecido siempre una cosa muy repulsiva.
  • Heidegger: Lo más útil es lo inútil. Lo útil es entendido como aquello que puede ser aplicado de manera práctica e inmediata a objetivos técnicos.
  • Ovidio: De esta manera, yo guardo con firmeza mi afán por lo inútil.
  • Ionesco: Si no se comprende la utilidad de lo inútil y la inutilidad de lo útil, no se puede comprender el arte.

Manel Costa

Rector de la Academia Estúpida de las Artes y las Letras

PRIMEROS PASOS DADA EN PARÍS

PRIMEROS PASOS DADA EN PARÍS
Manuel Puertas

Una vez alumbrado Dada en el Cabaret Voltaire, tras escasos seis meses, la lactancia y crecimiento (su actividad) se traslada a otras salas de Zúrich. Los años suizos coinciden con la progresiva expansión internacional de Dada hacia Alemania : Berlin (Huelsenbeck), Colonia (Baargeld), Hannover (Kurt Schwitters) – que dará para estudio aparte- y  hasta Nueva York (Duchamp, Stieglitz), y llega el momento de su arribada a la capital del arte y la cultura de la época. Pero no iba a ser improvisado, Tzara con sus dotes de gran propagandista se había dedicado a crear un previo interés, a preparar el terreno para el acontecimiento, antes de depositar las semillas. Su obra Veinticinco poemas, que ya había enviado con anterioridad,  era deglutida con ansiedad por Breton. Aragon, Soupault, los tres mosqueteros de “Littérature”, y sus amigos y había creado la admiración y el “suspense” necesarios. También contribuyeron unos pequeños pasquines, denominados papillons (mariposas), hoy serían pegatinas, y que Éluard se encargó de hacer revolotear por los urinarios, bares y bulevares parisinos. “Dada à Paris” es el título que Michel Sanouillet dio a su esencial obra, extensa y magnífica investigación de los hechos ocurridos en la capital francesa durante los años Dada y los inicios del surrealismo gemelo.

“L’esprit nouveau” lanzado por Apollinaire impregnaba el aire parisiense, las actividades del Cabaret Voltaire y las publicaciones de la revista Dada y los Manifiestos  habían producido un efecto estruendoso. Picabia, que iba a ser el eslabón aglutinador entre el grupo de Littérature, Marcel Duchamp y Tristan Tzara, ya se había instalado en la capital francesa, y en su casa estuvieron alojados en diferente época Duchamp y Tzara. Janco, unos meses antes había sembrado la leyenda de que Tristan era un ser poco recomendable … alcanzada la paz tras la guerra mundial, y creada la expectación suficiente, todo confluía para la llegada a la estación del Norte de Tristan Tzara, que tiene lugar el día 17 de enero de 1920 (los felices 20) y, a pesar de haberse avisado, por despiste o malentendido, nadie aparece a recibirle por lo que, cargado con su equipaje, se presenta en el domicilio de Picabia en la calle Émile Auger donde, la compañera de Francesc, Germaine Eveling le recibe e inmediatamente manda recado a Breton y a sus amigos que raudos aparecen. Escribe Soupault años más tarde “París era para él (Tzara) la ciudad de los ecos. Bastaba con alzar un poco la voz en este gran laberinto, para que se nos escuchara por todas partes. Y Tristan Tzara tenía una voz estruendosa, de trueno divino”. Sin embargo la primera impresión del aspecto físico de Tzara les deja algo desconcertados, Germaine lo retrató con estas exactas palabras : “Era pequeño de estatura, vestía de blanco y negro como los grabados de su amigo Janco, hablando un francés deficiente, levemente arqueado, balanceando unos brazos cortos en cuyos extremos colgaban dos manos regordetas. Su piel era cérea, su mirada miope parecía buscar tras el monóculo un punto fijo donde agarrarse. Mesándose continuamente con un gesto involuntario un mechón de su cabello negro que caía sobre su frente”. El salón rococó de los Picabia sería el primer cuartel general de los dadaistas en París y durante las reuniones en él celebradas se gestaron los actos iniciáticos que revolucionaron los conceptos artísticos para los tiempos venideros, y que serán la base primigenia del Surrealismo.

Existían algunas revistas más, Sic, Nord-Sud, entre otras, ya eran conocidas las obras de Cocteau, Satie, Valery, etc., y después del armisticio iba en auge el impulso y la actividad de nuevas librerías, editoriales, salas de teatro, galerías de arte y por supuesto de numerosos cafés que serían lugar de reunión de los miembros de ambos movimientos. Francesc Picabia, desde su revista 391 había arremetido contra el Salón de Otoño, ya solo faltaba el detonante para que estallara el reguero de pólvora previamente esparcido.

Para la presentación pública de Tzara, el grupo de Littérature cambió el café Certa, centro de sus reuniones habituales, y alquiló una salita del Palais des Fêtes en la calle S. Martin el día 23 de Enero de 1920, seis días después de su llegada. Controlando la entrada René Hilsum, librero y posterior editor de Au Sans Pareil, daba paso a curiosos accidentales, intelectuales notorios y, por supuesto, numerosos periodistas dispuestos a interrumpir con el tema del día, la devaluación del franco, uno de ellos incluso sufrió una crisis cardíaca esperando en la puerta. El contenido de la matinal había sido discutido el día anterior en el domicilio de los Picabia donde Tzara mostró su larga experiencia y dotes para la preparación de este tipo de espectáculos, el programa, arquetipo de las posteriores actividades dada, estaba dividido en dos partes separadas por un intermedio musical e incluía una exposición de pinturas y obras plásticas. Sería la primera y única matinal del grupo de Littérature.

El primer “acto” comenzó por el texto Crise du change redactado y leído por André Salmon, que planteaba la superación del Simbolismo, seguido de poemas de Max Jacob, Pierre Reverdy, Blaise Cendras, Maurice Raynal y del propio Salmon. En el intermedio la música de algunos de Les Six y de otros compositores, intentó suavizar el crispado ambiente.

La presentación de las obras y cuadros expuestos – Gris, Chirico, Ribemont-Dessaignes, Picabia, Léger, y una escultura de Lipschitz fue acompañada de un bostezo general y un gélido silencio. El cubismo todavía no era comprendido. La obra más polémica fue Le Double monde en la que Picabia incluía el famoso acróstico, atribuido a Duchamp o perteneciente al acervo popular, LHOOQ que al pronunciarlo deletreando en francés se traduciría por “ella tiene el culo caliente”.

La reanudación estuvo dedicada a la lectura de textos de la nueva camada de poetas : Radiguet, Breton, Soupault, Aragon, mientras aumentaba el enfado de los asistentes, Tzara comenzó a leer el último discurso de Léon Daudet en la Cámara de Diputados y en los pasillos Aragon y Breton tocaban una campanillas, estalló la bronca, la sala empezó a quedarse vacía, el escándalo pretendido por la provocación de los dadaistas había surgido efecto, el grupo se había fácil y rápidamente compactado : se abría la veda.

Tzara asume las riendas de las sucesivas programaciones, siguiendo su experiencia de Zúrich, y edita el sexto número de la revista Dada retitulada como Boletin Dada, internacionalizado, que recoge textos de autores de diferentes países, el incendio se estaba propagando a una velocidad inusitada, con la inteligente labor de acelerante de Tzara.

El domingo 15 de Febrero Breton en misiva a Frances Picabia, siempre Picabia, anuncia un número especial dedicado a Dada en Littérature que en adelante, y poco a poco, dará un giro a esta publicación, hasta entonces de carácter más tradicional y nacionalista, para convertirse en órgano del nuevo movimiento. Mientras Littérature es una revista literaria al uso, de contenidos eruditos, artículos serios y poesía “clásica”, el Boletin Dada, amparado en el azar más absoluto, revoluciona la tipografía, aparece el famoso dedo indicador, es una publicación experimental, lúdica, original y basada en nuevas técnicas creativas, pudiera decirse hoy, a toro pasado, que es uno de los hitos entre las publicaciones del joven movimiento.

En esta mítica publicación aparece ya el boceto del programa de la siguiente sesión dada, preparada con más antelación que la primera. Erigido ya Tzara como director de orquesta y con sus portentosas dotes provocadores y propagandísticas idea la “boutade” de la participación de Charles Chaplin e inventa también la adhesión al movimiento dada de personajes como D’Annunzio, Henry Bergson y el Príncipe de Mónaco. El evento se organizó el día 5 de Febrero y una segunda exhibición dada se celebra en la sala del  Grand Palais que era la sede tradicional de los salones de otoño, el escándalo producido fue descomunal. Al final tardío del acto se ofrecía a los asistentes la posibilidad de que les leyera la mano el Sr. Buison, rey de los charlatanes. Los ecos tuvieron tal repercusión que unos días después algunos de los participantes, fueron invitados por el político Léo Poldés a repetir la representación en su sede, la capilla desacralizada de S. Antonio Abad sita en el número 6 de la Rue Puteaux, Breton leyó el devastador Manifiesto dada 1918 de Tzara y entre el público mayoritariamente obrero un grupo libertario comenzó un infernal debate que llegó a las manos e hizo a Aragon tomar las riendas. Del ambiente trabajador se pasó al ámbito universitario y unos días después el 19 de Febrero en la Universidad popular del barrio de San Antonio, el programa de la sesión calcado de los anteriores, el único efecto suscitado entre un público desinteresado fue una leve extrañeza.

En la Maison de l’Oeuvre, también conocida como Salle Berliotz, ubicada en el numero 55 de la rue Clichy el mismo lugar donde el 10 de diciembre de 1896 se había producido el monumental escándalo del estreno de Ubu roi de Jarry, se iba a celebrar otra aparición pública de dada, ésta con un contenido sensacional, preparado a conciencia por Tzara. Con una música totalmente inaudita de Varese, Schönberg, Satie, y una docena de actores aficionados, excepto la famosa Musidora, el sábado día  27 de Marzo, a las 8 y cuarto comienza un excepcional programa, entre otras actuaciones destacamos : Le pas de la chicorée frisé, fragmentos al azar para piano de Ribemont-Dessaignes, el Manifiesto caníbal de Picabia que leyó el propio Breton, y de las actuaciones teatrales sobresale el estreno de La primera aventura divina del Sr. Antipirina obra de Tzara que había sido publicada en Zúrich por el Cabaret Voltaire que bien pudiera considerarse como precursora del teatro del absurdo del también rumano Ionesco, de Adamov y  de Beckett, en el decorado una rueda de bicicleta, homenaje a Duchamp que anticipa también el concepto de objeto-actor, ya hacia el final del evento se presentaba la última provocación de Picabia : un marco con un mono de peluche y debajo el título “Retrato de Cézanne-Retrato de Rembrandt- Retrato de Renoir- Naturalezas muertas”. Pocas veces el escándalo ha alcanzado mayor paroxismo, en la sala y al día siguiente en toda la prensa nadie ahorró insultos e improperios ante tal provocación “estos monstruos se creen capaces de todo”, obviamente Dada estaba logrando su objetivo, soliviantar a las “buenas gentes”.  El programa de esta manifestación dada fue parcialmente recogido en la siguiente de la Salle Gaveau en el número 45 de la Rue La Boétie, en Mayo, donde como anunciaban los hombres anuncio a los dadaistas se cortarían el pelo ante público y como era de esperar volvieron a sucederse las ofensas e injurias .

Por no hacer más extenso este artículo, pero para no dejar nada importante, destacar el domicilio de Germaine Everling y Francesc Picabia en la calle Émile Auger    como lugar de encuentro y hervidero de ideas  durante estos primeros pasos dada en París, centro de reunión que luego se trasladará al café Certa y también reseñar la importancia de la apertura de la librería, editorial y sala de exposiciones Au sans pareil dirigida por René Hilsum y  donde se editarían las primeras publicaciones dada en París, que serán objeto de otra investigación.