Merari Fierro

Merari Fierro
Catedrática
Discurso de ingreso en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras.

Presentado por la aspirante a idiota Merari Fierro

TRANSCURSO

Un poco antes del estallido de la pandemia, mis dos hijos se convirtieron en flores: se enamoraron del floripondio, del polen y las mariposas que vuelan de flor en flor.

Como es natural, yo no podía quedarme atrás, así que decidí también salir del clóset: todos mis conocidos debieron aceptarme como soy, una bailadora desquiciada que gusta hablarle a la luna aunque sea de día.

Las pastillas que el psiquiatra me dio para equilibrar “mi locura”, para poder pasar desapercibida en las calles empedradas de Cuernavaca, me han traído también mucha felicidad: duermo de corrido, sueño con muertos y vivos, y a veces, cuando se me pasa la mano, viajo al mismísimo Mictlán a encontrarme con mi niñe interne.

Hablo mucho con la “a” y con la “e”, me apasiona la idea de transicionar, fluir, saltarme el mundo blanco/negro que me vio nacer.

Tengo dos tatuajes, uno en las espalda, que es mi tercer ojo. He llegado a comprender que “afuera no hay nada”, y que esas ranas que brincan a diario en mi cama, son también producto de mi mirada.

Veo al mundo hacia fuera y hacia abajo. Le veo, con mis siete sentidos, les chupo y regurgito para convertirles en algo más.

Me gusta el mezcal pero más la cerveza, esa que es amarga y burbujeante, que me pone en el aquí y ahora, y saca a la luz a la seri que soy por sangre y elección.

Me alegra percibir una nueva forma de hacer las cosas: cambiar el dinero por el tiempo; trabajar en comunidad; vivir el hoy mientras me resbalo por el reloj de arena.

Porque soy una renegada pensé que estaría siempre sola. Pero veo que esto no es así, allá afuera hay otros que, como yo, se ríen a carcajada suelta, nunca usan sombrero y sus dientes brillan en las tormentas eléctricas.

Entrar a la Academia Estúpida de las Artes y las Letras es uno de mis logros más importantes. Agradezco enormemente la oportunidad de formar parte de esta ilustre comunidad. Espero dar el ancho y el alto, aunque sea bajita y viva en la ciudad de la eterna Primavera.

CURRÍCULUM VIVO

Nací un 5 de marzo en la capital capitalina de México. Me pusieron el nombre más raro que encontraron en la lista de posibilidades, y festejaron que tuviera completos los dedos de cada extremidad. Viví mi primera infancia en Tlatelolco, junto a la plaza de las Tres culturas, donde los mexicas tuvieron su última batalla. Rodeada de pintores y escultores me perdí en las proyecciones de 8 milímetros, con películas de arte, cigarros y mucho alcohol.

Ocurrieron varios terremotos hasta que mi madre nos llevó a la tierra de mis ancestros. En Sonora se me quemaron los recuerdos y traté, con todo mi esfuerzo, de portarme “bien”. Nunca lo logré del todo, cada año me reportaron por rebelde, fantasiosa e incontrolable.

Cuando me separé de mis padres, viví en Puebla y luego en el Distrito Federal. La ciudad me reclamó como un pulpo chicloso de petróleo y no me dejó escapar hasta que llegó la pandemia. Entonces los tentáculos se soltaron y me largué a Morelos.

Desde aquí, gracias a la virtualidad, escribo, edito, doy mis talleres de creación literaria y de vida. Bebo cerveza, cuido mis plantas y bichos, y salgo a la calle sin prejuicios.

Facebook, Instagram y Pinterest: @merari fierro

LIBRO ANCA

Bartolomé Ferrando

Bartolomé Ferrando
Catedrático
Discurso de ingreso en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras.

Presentado por el aspirante a idiota Bartolomé Ferrando

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CURRÍCULUM

Inicié la creación de la revista de poesía Texto Poético hace ya tiempo y he impartido clase de performance en la Universitat Politècnica de València durante 30 años.

He participado en Encuentros de performance y poesía en muchos países y he expuesto en algunos de ellos mis poemas visuales

He coordinado Festivales de performance en Valencia, Madrid, Murcia y Castellón

Formo parte de algunos grupos de arte intermedia y he escrito algunos libros de poesía y ensayo. Entre ellos, El arte de la performance, elementos de creación; Arte y cotidianeidad, hacia la transformación e la vida en arte; De la poesía visual al arte de acción, Nudos de viento o La mirada móvil. He publicado también algunos  CDs y DVDs

Paco Ramos

Señores académicos, señoras académicas, gente de cualquier ralea y de la más baja estufa:

Yo siempre quise ser El Fontanero del Mar. Mientras mis compañeros del colegio soñaban con ser bomberos,

Paco Ramos Torrejón
Catedrático
Discurso de ingreso en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras.

Presentado por el aspirante a idiota Paco Ramos Torrejón

Señores académicos, señoras académicas, gente de cualquier ralea y de la más baja estufa:

Yo siempre quise ser El Fontanero del Mar. Mientras mis compañeros del colegio soñaban con ser bomberos, policías, médicos o gente aún más estrafalaria, yo lo que quería era gobernar las mareas, ocuparme de la alta y de la baja, del mar de fondo, la marejada y el aguaje.

Sin embargo, nunca me dejaron. Tenían para mí otros planes. Debía de convertirme en ese hombre formal que la sociedad espera que sea. Lo que se dice un hombre de provecho.

En virtud de la rebeldía más estoica fui escapando de las trampas del destino: repetí Primero de BUP, me escapé de algunas clases y hui despavorido del rigor científico del lenguaje y la sintaxis cuando, en Cuarto de Filología, supe que ese hombre de provecho empezaba a aparecerse en el espejo y estaba a punto de contribuir, en el futuro, al sufrimiento y a la trampa de la especie, que crea individuos sometidos al sistema y encerrados en aulas que son cárceles del pensamiento.

Así di con mis huesos en las horas nocturnas. Y como es bien sabido, en los peores antros y a las peores horas se conoce a la mejor gente. Tuve como maestros de la universidad de la vida a un obseso sexual prostituto por devoción; a un sofista declarado persona non grata por los ayuntamientos de Córdoba, Sevilla, Huelva, Vejer de la Frontera, San Pedro de Alcántara y El Gastor; a un presentador de programas del corazón; a un indio yanomami reconvertido en marinero del Puerto de Santa María y a un suicida frustrado y con mala suerte. Todo me lo enseñaron ellos.

De estos últimos acontecimientos deduzco que voy enderezando mi camino. Pero aún no he podido ser El Fontanero del Mar, oficio que me enseñó mi padre en la playa de Camposoto entre los proyectiles y las bombas sin explotar que tiraban los fanfarrones.  

Es por eso que agradezco a los estultos y estultas académicos y académicas de la Academia Estúpida de las Artes y las Letras hayan aceptado mi petición de exilio. Confío que con su compañía y su estupidez me ayuden a encontrar el rumbo de mi vocación perdida: la del gobierno de las olas, las mareas, la salinidad del mar…

Quiero ser El fontanero del mar.

Muchas gracias. 

RIDÍCULUM

Fecha de nacimiento: 18-8-81, capicúa, a las 18 horas y 18 minutos del siglo XVIII, porque el XX hubiera roto la numerología.

Lugar de nacimiento: Bajo la compuerta de un estero ubicado en la Isla de San Fernando.

Licenciado en Mentirología por la Universidad de Mazashuzess.

Máster en la Oralidad del Sexo debajo de la cama y en el Arte de Aplicar el ProntoAtrapapolvos.

Presidente del Jurado del Premio Nóbel de Marquetería.

Torpe por vocación y vago por ambición.

Pirata por obra y gracia del turno de noche postal.

Mamarracho.

Mindundi.

Chirlachi.

Militante proactivo del Chocolate de Sueca.

Exhibicionista de salón.

Paco Ramos ha muerto tres veces. La primera de ella fue corneado por un toro en la plaza de Guadalajara (México). La segunda fue un infarto fulminante mientras escribía un libro de poemas en la Alameda Apodaca de Cádiz. La última fue a causa de un fallo multiorgásmico.

Almudena Ocaña Arias

Almudena Ocaña Arias
Catedrática
Discurso de ingreso en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras.

Presentado por la aspirante a idiota Almudena Ocaña Arias

El plátano que predecía la muerte

Queridos desconocidos, carne de miembrillos de la lustre Academia Estúpida de las Artes y las Letras:

Me gustaría rendirles un saludo de ingreso hospitalario en esta congregación que nos acoge cálida y fraternalmente desde su gloriosa estulticia.

Tuve la suerte de crecer junto a un pedículo que me acompañó a lo largo y ancho de mi más tierna infancia. Lo amaestré, lo amortigüé, lo abrigué y hasta lo amamanté. Todo era coser y saltar hasta que mi madre se percató de su presencia y lo decapitó delante de mis impropios ojos. Posteriormente, exterminó una a una sus incipientes liendres ante mi atónita mirada.  Ya nada volvió a ser igual.

Este ignominioso episodio despertó mi curiosidad por la taxidermia y la antropoagonía, hundiéndome sin más vituperio en las labores que me adjudicaba el colegio de gran desprestigio al que acudía y la gimnasia arrítmica que me obligaban a practicar. Me convertí en una niña hipervíncula y ridícula, ácrata, ágrafa y alondra. Mi contorno familiar tampoco es que favoreciera mucho, así que ahí comenzó todo.

Para consolarme tras la cruel pérdida de mi ectoparásito capilar, construí una ouija con el objetivo de invocar a los espíritus de la fruta que fenecía sin que nadie la hubiese ingerido. Leí un libreto de parapsicología y, por ciencia difusa, cual médium de medio pelo, contactaba cada noche con el ánima de toronjas enmohecidas, ciruelas pochas, bananas fermentadas, manzanas podridas, uvas putrefactas y aguacates pisoteados. De higos a peras, también se manifestaba alguna que otra pieza confitada que intentaba abducirme dulcemente bajo el pretexto de comprobar mis dotes paranormales, anormales y subnormales. Sus agrios lamentos me atormentaban apedreando mi mente con profundidad y alevosía, usando hediondos mensajes extraídos del programa de hábitos de vida saludable: “Sé como la fruta, bella por fuera, saludable por dentro”, “Una manzana al día, mantiene al médico en la lejanía”, “Zumo de limón, zumo de bendición”…

Llegada la hora de acostarse, una recomendación en especial repicaba despiadada en mi cabeza: “La fruta por la mañana es oro, por la tarde plata y por la noche mata”. La frase redoblaba en mis sienes como un trantra: “La fruta por la mañana es oro, por la tarde plata y por la noche mata”, “Por la mañana es oro, por la tarde plata y por la noche mata”… Cada palabra retumbaba sobre las paredes de mi casa endosada y volvía como un boomerang que me mortificaba.

Horrorizada por el noctámbulo ensañamiento del saludable eslogan, yo, que siempre he sido más astuta que las gallinas, me rebelé ante las infructuosas voces del más allá e ideé un juego asesino con el fin de liberarme del tormento. Una tarde cualquiera, acudí a la plaza de abastos. Escuché pregones y monsergas, inhalé el hedor de cada puesto, palpé el género con fruición, di tres vueltas sobre mí misma como la Tierra en rotación y entré en trance. Convulsioné siete veces y, justo antes de desplomarme, me aferré a un plátano que sobresalía del expositor. Ese plátano me himnotizó, me idiotizó, me auxilió y exiguamente me salvó la vida.

Desde aquel día, yo acudía al mercado plátano en ristre cual escopeta recortable, con el rictus acompasado, segura de mi vengativo efecto para con las lamentaciones frutales. A las cinco de la tarde comenzaba el lúgubre juego de “el plátano que predecía la muerte”.

Me acomodaba en cualquier rincón oscuro frente a la sección de frutería, lanzaba el plátano por los aires siete veces seguidas aguantando la respiración y, a la que hacía ocho, lo dejaba caer violentamente al suelo, observando la dirección hacia la que apuntaba el pedúnculo. Acto seguido, el frutero asía la papaya o el mango, la cereza o la fresa a la que había señalado, víctima de la ruleta rusa de nuestro juego infernal, y la arrojaba con fuerza al cubo de la basura. Cada tarde, mi Kevin (que así se llamaba el plátano) y yo enviábamos al vertedero alrededor de diez honorables, saludables y benéficos elementos.

Paulatinamente, las mohosas apariciones nocturnas fueron desapareciendo. Kevin se volvió incorrupto y me acompañó a predecir la muerte a deshora durante tres años. Ni qué decir tiene que esto siempre fue un tema vudú en mi familia del que no se podía ni hablar y que he mantenido en secreto hasta el día de hoy.

Todo terminó una de nuestras jornadas en la que yo presentaba un cuadro febril debido a la gripe aviar que padecía por haber ingerido carne truculenta escasamente guisada. Esta vez, tras sostener el aliento y contar a la de ocho, me desmayé. El plátano que predecía la muerte, en lugar de apuntar hacia el monte de guayabas, dirigió su vértice mortal hacia el frutero. El hombre pisó una breva, se resbaló de mala manera,  metió con toda la frente sobre el quicio del mostrador de mármol, acaloradamente blandió el cuchillo de partir lechugas que sobresalía del expositor, con vehemencia y gran ardor se precipitó entre los estantes de mandarinas confitadas. El suelo almibarado actuó de lubricante fatal que propició que volviera a patinar, golpeándose una vez más la cabeza contra el rodapié. Con tal estrépito, el cuchillo de partir lechugas, sin saber ni cómo ni por qué, volteó su posición, infiriendo una terrible puñalada a corazón abierto que segó la vida del frutero en un segundo.

Cuando volví en mí, la gente, en estado de shock, murmuraba que el frutero se había hecho el daikiri, pero Kevin y yo sabíamos que habíamos sido nosotros. A los testigos inoculares nos solicitaron la huella genital para tenernos fichados y yo oculté el plátano en mi mesita de noche hasta que amainara el temporal. Nunca más lo he vuelto a sacar.

Hasta aquí la tarada historia de mi estulta vida, que espero que parezca inválida para mi pertenencia a esta nuestra Academia Estúpida de las Artes y las Letras, ya que siento haber dado con la norma de mi zapato.

Me despido del que lea este discurso enviando mecedoras como homenaje al gran Chicharro:

 

Sigo enviándote mecedoras,

cuídalas, límpialas, pómpalas,

góndolas, lámparas, ordéñalas,

albérgalas en tu pecho

que el sultán viejo lo dice:

si el refrán mata a la rata

pon tu casa enjabelgada

que a decir viene lo mismo.

 

Moraleja: Nunca es tarde si la picha es buena.

 

Para este y otros temas incandescentes, pueden contactar conmigo telepáticamente o a través de mi correo electrónico.

almudenaocana@yahoo.es

 

Desgracias por su atención.

FRANCÍSCULUM

Nacida en Cádiz en 1974

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En la radio:

Mundo algarbeño

Las somos todas. Radio Libre. Onda local de Andalucía.

Dedicó sus años de juventud a cuestiones tan pragmáticas, útiles y provechosas como el estudio de la Literatura, el soplo de la flauta travesera o la pertenencia y lealtad a la Chirigota de Las Niñas.

Durante su madurez, continuó cultivando banalidades hasta obtener una plantación:

  • DEA La escritura autobiográfica y su repercusión en el ámbito educativo: Josefina Aldecoa como ejemplo de autobiografía y docencia.
  • Cómo amanso a mis fieras. Estrategias para mejorar la convivencia en clase utilizando la música. Ed. Manuscritos/ Ed. Desclée.
  • III Premio Flamenco en el Aula Junta de Andalucía. Modalidad experiencias educativas.

https://www.ecijaldia.es/2019/05/premio-flamenco-en-el-aula-para-el-ies-pablo-de-olavide-de-la-luisiana/

Actualmente vive y trabaja de manera circense intentando no perder el desequilibrio.

Planea aplicar sus conocimientos sobre taxidermia a la reinante involución del sistema educativo en cuanto a la presencia de la Música.