Rosa González
Catedrática
Discurso de ingreso en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras.

Presentado por la aspirante a idiota Rosa González

Señoras y señores académicos de tan ceporra institución académica:

Hace tiempo tuve la honra, deseada con demencia, de ser elegida y llamada a tomar asiento, grageas y otras sustancias, en esta ilustre Academia. Reconozco mi pereza para cumplir la única condición que pusisteis: escribir este discurso. Pero voy a excusarme de esta tardanza por mis preocupaciones ya que dedico mi tiempo a perderlo (y cuesta encontrarlo con la calima), pero me arrepiento porque no hay otro trabajo más acuciante ni más improductivo que éste, desde el momento en que me abristeis los grifos y los tapones de esta estulta casa. Es incomprensible mi deseo de pertenecer a un grupo tan variopinto y valdemoro de personas aspavientas que son como la caballa fresca del fértil campo de la estupidez. A pesar de mi inexplicable tardanza los fundadores han tenido la absurda consideración de concederme más tiempo que perder y esperar a que presente mi inesperado discurso.

Mucho he cavilado sobre cómo hacerlo, y es por ello que tengo juanetes que van a sus anchas, pero al cabo de un buen rato he pensado que nada sería más estúpido y más inapropiado que traeros noticia, al entrar en este santuario de la imbecilidad, de los pensamientos de una “trocha” (1) que se obnubila de ser reconocida por su condición de aspirante a idiota para esta lela Academia.

Y es por ello que voy a hacer una reflexión sobre Las grandes mentiras del Colesterol.             

¿Funcionan las estatinas?, ¿Me puedo echar tomate en un huevo?, ¿Las coles es terol? ¿Las farmacéuticas venden colesterol?

Estas intrigantes preguntas las saqué de un quicio y quedaron prendidas en una analítica que me realizaron por vía oral y de la que no hubo más noticias. A pesar de mi malestar, pues tenía afectado todo el bajo vientre, tuve tiempo de viajar por todo el planeta recopilando semillas de ajonjolí para hacerme los típicos pestiños, que una vez fritos fui repartiendo por los contornos de Andalucía ¡Ole!

Esta gesta me dio la oportunidad de comprender que no hay que hacer discusión con las grasas saturadas, que bastante tienen con lo suyo, si no centrarse en las que no tienen etiquetas porque siempre son incómodas y además se les ve el precio. Es decir, apostemos por los alimentos que estén menos equilibrados y más loquitos.

Las personas consultadas en consultas del Tarot contestaron satisfactoriamente, no así las consultadas en consultas de dentistas que quedaron con la boca abierta.

Las conclusiones arrojaron por la ventanilla todo tipo de datos, imposibles de recordar, pero algo brincó dentro de mí cuando los pestiños fueron puestos sobre la mesa y todos los catadores quedaron muy satisfechos con los resultados. Te los comes y no pasa nada, lo malo es no comértelos y quedarte con las ganas.

Estas reflexiones, empíricamente demostradas en carne propia, me tienen gorda como una tapia, pero feliz cual codorniz, y aprovecho la ocasión para recomendarlas a estos ilustres Académicos/micas, compañeros/ñeras (aplíquese la paridad de género para todo el escrito, muchas/os gracias) ñeras decía, ya de esta humilde catedrática de la sandez.

FIN

(1) Una «trochería» es una tontería, pero una tontería normal y espontáneamente reconocida por quien la pronuncia antes de perpetrarla. Aquella persona que dice o hace trocherías es un/a «trocho/a». Visión pamplinosa de la realidad. Tontería, algo sin pies ni cabeza.

CURRICULUM

y una trocha desde chica

Antes de saber leer ya despunté, en el comedor de mi casa, dramatizando el cuento de la Ratita Presumida, en diferentes estéticas y acentos como el chino o el francés. Como no tenía bastante, dirigí varias obras en mi barrio y mi colegio, escenificando ideas, cuentos, textos y hasta programas de la tele como el 1,2,3.

En plena adolescencia entré en el primer grupo de teatro y ya no he parado hasta hoy.

He pasado por todos los oficios Nací teatrera del mundo teatral: actriz, directora, escenógrafa, técnico de luces, técnico de sonido, maquinista, regidora, programadora.

He leído, estudiado y soñado con, por y para el teatro.

Nunca pensé que las tardes jugando al teatro serían tan importantes para el resto de mi vida pues el juego dramático me ha dado la oportunidad de imaginar otros mundos posibles.