Manel Costa
Singularísimo y Excelentísimo Rector Estulto
Discurso de ingreso en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras.

Presentado por el aspirante a idiota Manel Costa

LA SOBRASADA Y EL ARTE: GESTOS ESTULTOS, PENSAMIENTOS MEMOS

Estimados profesores

Debemos advertiros que todo cuanto hoy se diga en este espacio, quedará impreso en vuestro conocimiento, a pesar de que el mismo sea indolente o haragán en demasía.

Las condiciones son óptimas, llueven delirios y hay una humedad paliativa del setenta por cien a plazo fijo. Por tanto, vamos a intentar demostrar que la sobrasada es al arte lo que la sordina al monte, es decir, muerto el perro se acabó la sabia.

Si observamos con detenimiento y alevosía, la sobrasada india tiene un grado de ductilidad semejante al huevo de Colón en período vacacional o lo es que lo mismo: si te he visto no me acuerdo. Y si uno recuerda… insiste, y si insiste, logra, y lo que se logra, se conoce, y lo que se conoce, se absorbe, y lo que se absorbe, se desvanece, y lo que se desvanece se unta, y lo que se unta… es sobrasada. Ya tenemos, pues, el elemento. Hemos centrado la sobrasada pero no el arte, porque el arte es imposible centrarlo en un centro centrado, sin embargo, nosotros tenemos la posibilidad de centrar algo en una esquina. ¿Y cómo se puede hacer esto? —se preguntarán sus mentes idiotas— pues fácilmente, admirados profesores. Es cuestión de llamarle esquina al centro y al centro esquina, de esta manera, cambiando el significado de la palabra, conseguiremos la movilidad geométrica deseada.

¿Cómo podemos relacionar el arte y la sobrasada sin quedarnos embarazados? Esta insolente pregunta tiene tres respuestas posibles:

A. La causa es peregrina y cabizbaja

B. El motivo es cómico y endeble

C. El origen es ambidiestro y facultativo

Una vez hemos relacionados el arte y la sobrasada, por cualesquiera de los caminos indicados, debemos, sin temor a convertirnos en gurús de chocolate, familiarizarnos con la textura de la sobrasada, dejando el arte en el frigorífico hasta que la inercia nos lo demande. Para ello debemos adquirir, en el ministerio más cercano, unos 500 kilos de sobrasada india —por su color carmesí, es la más idónea—, ponerla en el baño de María durante tres días, dejando que el ambiente se impregne en su médula, como si de azucarillo en aguardiente se tratara. A los tres días justos, debemos empezar la carrera de Bellas Artes y abandonarla al día siguiente. Esto nos dará consistencia en nuestro entendimiento y cierta habilidad para relacionarnos con extremidades inferiores vírgenes o poco usadas. Sacamos, pues, a los tres días la sobrasada, la oreamos durante otros tres días en el alfeizar de un muerto recién afeitado, con el fin de que pierda los olores superficiales y se alegre su memoria, y ya está lista para ser usada.

Así pues, tenemos el arte centrado en una esquina. Por otra parte, y levitando en un frigorífico, para que su entorno no se vuelva lelo,  tenemos la sobrasada oreada y lista para su uso artístico. ¿Qué debemos hacer ahora? Muy sencillo, ensamblar ambos elementos sin que ellos se den cuenta de que son unidos. ¿Por qué esta previsión y no otra? Todo tiene su explicación más o menos huera. Estos dos elementos son incompatibles por la etimología de sus nombres, por tanto es necesario la distracción sistemática en todo el proceso de acoplamiento. No debemos, en ninguno de los casos, juntarlos por las caras. Si esto sucediera y se dieran cuenta del engaño, podrían enternecerse de tal forma que se evaporarían por arte de magia.  

Debemos utilizar la metodología estructuralista-jesuítica como herramienta de acople. Es decir, usando las creencias apocopadas de ambos elementos, conseguir una imbricación alocada pero siniestra y siempre, siempre, por la espalda.

Una vez encajadas y yermas en su intento de huida, utilizaremos el refranero español para cincelar las obras que deseemos.

Hemos escogido una serie de pensamientos memos, oportunos y necios, que pueden servir a las mil almohadillas para nuestro objetivo artístico-idiota. Cada uno de estos pensamientos debe ser acompañado por un gesto estulto, a la medida del ejecutor del acto, evitando si es posible utilizar como gesto a las coordenadas sibaritas del intelecto, pues se podría ocasionar una disfunción de los elementos, y no cabría la posibilidad de volver a empezar, ya que los materiales etéreos que los han unido se desvanecerían sin remedio ni eclosión.

De esta manera, pasamos al ejemplo práctico que hoy planteamos, sin ánimo de venganza ni de vergüenza.

  • A buen encendedor con pocas brasas bastan
  • A caballo regalado no le mires si miente
  • A cada cerdo le llega su calcetín
  • A Dios hurgando y con el mazo dando
  • Cada loco con su pelma
  • Cada cabestrillo tiene su ladrillo
  • Cada oreja con su pareja
  • Cada uno puede hacer de su capa un rayo
  • Se coge antes a un mentiroso cojo que a un calvo con siete pelucas
  • Como éramos cojos, parió la suela
  • Agua pasada no mueve al turismo
  • Cree el ladrón que todos son un condón
  • El muerto al bollo y el vivo al pollo
  • El pez grande se come al chino
  • El que calla, Astorga
  • Gato con guantes no caza tacones
  • Ir por lana y salir alquilado
  • La caricia rompe el brazo
  • Cuando el tío suena, Ana llega
  • Cuando las babas de tu vecino veas regar, pon las tuyas a resoplar
  • Dame tonto y dime pan
  • De aquellos polvos, vienen estos toldos
  • De tal palo, ancha es Castilla
  • Dios aprieta, pero no folla
  • Dios los cría y ellos se espantan
  • El hambre es muy mala conejera
  • El mejor escribano echa un balón
  • Mal de muchos, Consuelo García
  • Mala hierba nunca muerde
  • Más sabe el diablo por viejo que por poner un establo
  • Más vale estar sordo que mal y acomplejado
  • Más vale maña que tuerca
  • Más vale manco en el cocido que bueno por cocer
  • Más vale pájaro sin amo, que ciento follando
  • Más vale prevenir que estar solo
  • Más ven cuatro ajos que dos dados
  • Nadie es bragueta en su tierra
  • No es toro todo el que conduce
  • No por mucho amanecer se madruga más temprano
  • Sauna con gusto no pica
  • Tanto va el cántaro a la frente, que al final se tuerce
  • Un calvo saca a otro calvo
  • Una cosa es predicar y otra dar frío

Señores profesores, han asistido a una experiencia inútil, absurda y totalmente deleznable. Supongo que la satisfacción les habrá convertido los dedos en duendes, que el placer les habrá laminado su desprecio hacia nosotros, y que el futuro se abre de par en par para que puedan introducir su creatividad obsoleta y puedan, también, hacerle el corte de mangas reverencial que la ocasión merece.

Muchas gracias por su atención idiota y hasta la próxima estación.

CURRICULUM

DATOS ARTÍSTICOS RELATIVAMENTE INTERESANTES

de Manel Costa-Mascarós i Adrià-Niclós

Nacer, nacer, lo que se dice nacer, nació poco, aunque se supone que lo suficiente para dedicar una parte importante de su peso intelectual en cocinar palabras y espacios.

En su nacimiento procura estar junto a su madre para ayudarle en el parto. Su madre, que es una sinalefa, se lo agradece eternamente durante tres semanas. Su padre, de profesión sus albores, se da inmediata cuenta de que su hijo es un infame para el trabajo de cuchara.

Sus primeras palabras las pierde en una alcantarilla cuando jugaba al diccionario ciego. Ante este hecho —que marcó decididamente su vida— se viste de adverbio y se lanza al mundo a difundir la teoría de la Retórica de la Mudez.

En su adolescencia descubre, casualmente, que la letra “O” padece aerofagia. Inmediatamente toma la decisión de dedicarse al estudio desinteresado de las palabras huecas.

Durante treinta años estudia a la letra “A” desde varios puntos de vista; segmentando cada cinco años el vértice, con el fin de descubrir la fuente de financiación de las palabras.

A medida que el tiempo impar se repetía, su vocación de trasteador de conceptos iba en aumento, hasta que un día, concretamente el día en el que las horas se suicidan a los cincuenta y nueve minutos, se dio perfecta cuenta de que a partir de ese momento era un poeta visual. ¡Caramba! — se dijo, medio sorprendido medio mulato — ¡ya sé exclamar visualmente!

Actualmente vive amancebado con las letras “B” y “V” porque le resultan tremendamente lascivas.