Jim Lorena
Catedrática
Discurso de ingreso en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras.

Presentado por la aspirante a idiota Jim Lorena

Llego de un largo viaje, en el que, perdida en los meandros de la cotidianidad, dejé de holgazanear al sol. Pido disculpas por mi tardanza.

El mirlo me observa, aullidos de canes y crö crös de cotorras. Chismorreos incesantes acompañan mi desplazamiento, mientras las olas deferlan sobre las rocas, y su espuma acaricia la orilla de los corazones heridos. La vulgaridad se disipa ante el baile de los peces que nadan con la cabeza al aire, canturreando, orgullosos de mostrar su estrabismo. Comparto su felicidad crédula y estúpida ante la tremenda listura globalizada de nuestro planeta. Fuera de los cánones sociales, de apariencia convencional e inteligencia infinita, las manadas de acrílicos pacen relajadas, regalándose de las llanuras bohemias de la creación. No hay intersticios en sus miradas planas. Sus ojos se pierden en el vacío del vacío, del vacío del pensamiento. Vértigo de la profundidad que nos atrae hacia el vaivén de la nada. Mecerse en una nube, comer un rayo de luna, bañarse en una sonrisa.

No necesito hacer apología de la estupidez, me dejo llevar de manera natural hacia la estulticia primigenia. Desde la aurora de las expresiones, la diferencia, la rebeldía, transgreden el camino recto de la evolución. Cuevas, piedras, huesos, piel, madera, arcilla, metales…soportes de psicodramas a lo largo de la prehistoria. Después, los protopapeles, el pergamino y el papel nos proyectaron hacia la pantalla de luz. El itinerario ha sido divertido. Ahora somos bichitos hipnotizados que resbalan hacia el resplandor. La comodidad de la línea trazada, del recorrido recomendado, de los deseos impuestos para derivar en las corrientes propicias. Lo que era rompedor, constructivo, se ha reemplazado por el manual de la corte Democracia. El Rey Sol brilla desde su egocentrismo y sin remordimientos. Huele a vísceras sangrientas de pescado que alimentan a peces. ¿Jamón de bellota o de cebo? – Depende del momento. Un boquerón avanza raudo para llevarse un cacho de sus hermanos. Genocidio constante. ¿Estamos seguros de que una cristalización no es asesina? – Ah, la condition humaine! Como percebes afrontando temporales. Arrugas de roca, polvillo de mar y San Jorge, en su caballo, cabalgando sobre las aguas interestelares, persiguiendo la esperanza para aniquilarla. Un agujero negro, corriente espiral, sifónica y destructora que, en su lado opuesto, el desagüe, crea nuevos mundos. Un devorador que defeca universos, un Cronos fundador.

Las jábegas fenicias surcan las ondas saladas recordándonos el continuo. Repeticiones, arquetipos que danzan en una coreografía cada vez más cercana a la línea de horizonte. El precipicio se aproxima y la razón juega a la gallinita ciega. Cuantas aventuras maravillosas de descubrimiento, historias excitantes y realizadoras han quedado atrás, en el trayecto. Tierra es finita y lo vemos todo. No queda misterio, solo subsistir hasta nuestra marcha. Vivíamos en el paraíso, solo los insensatos deseamos restaurarlo, conservarlo y disfrutarlo. Los valores se han trocado en egoísmo y tiranía. Las vidas se convierten en jaulas, manipulación y embrutecimiento. Rasgar la bolsa de basura en la que el sistema nos introduce. Las dunas de nuestros estados de ánimo cambian con las tormentas de arena. Joyas con destellos azules deslumbran el confort, mientras los leprosos de la sociedad, siguen vistiendo telas de saco.

El olor a alga, al bajar la marea, hace del espigón una puerta de las estrellas. Otros mundos, mundos paralelos, hambre encarnizada o entintada de caligrafías. Los manuscritos están sobre la mesa, salados, dulces, amargos, suaves o texturizados. De la escucha a la lectura, la medicina escrita es un bálsamo que doblega el espacio. El gusano gigante excrementa sabiduría. La música plomiza acompaña al continuador de existencia naranja. Las banderas desfilan al son de la codicia. Armaduras brillantes y empoderadas gritan al unísono. Las mareas no escuchan a la humanidad.

Nuevas especies se bañan en los océanos, entre cefalópodos y plancton, los plásticos, de todos los colores y formas, se descomponen para insuflar una savia diferente a sus depredadores. Una maratón hacia la finitud de la subsistencia, inteligente o no. Las toxinas, fabricadas por el animal racional en su superioridad histórica, no desprecian a ninguna entidad viva.

Buscar la comprensión en una rata de malecón, marinera y libre. Entrar en la refrescante niebla para estimular el sosiego. No olvidar de respirar. Madre tierra, padre mar y dios sol ayudan a mitigar la soledad, en el epicentro de la multitud. Las amapolas se han marchitado. La planta que da huevos sigue perenne, crece con lentitud, pero siempre está. Los nidos se preparan entre plumas verdes, azules y pardas. Mucha agitación en el río seco. Árboles, carreteras y plazoletas no impiden el guirigay primaveral, el comienzo de las narraciones inciertas.

Desde el mirador empático del trance, el tercer ojo gravita. Lagos de oscuridad profunda nos señalan las lamaserías del espíritu. Los remeros cruzan montañas de nieve hacia Xanadú. Mis ojos bermellón y fucsia levitan en el atardecer, entre tanto, una mosca se lava las manos. El observador penetra en la esencia del objeto, Abstracción descompone la solidez en porciones de formas en suspensión. Pisadas descalzas marcan un sendero púrpura. Reguero de roturas. El hilo de Ariadna se desvía, se pierde y vuelve a su ser. El canto de la ballena es el mismo.

Cambiar de punto de vista para sorprender un desenlace especial. La geopoética de White como mapa de infinitos planos de realidad y ficción. Estamos hechos de universo, somos capaces de aportar un coro de cuerpos celestes únicos. Tenemos competencias para destruir y para crear sin desplazarnos. Somos hacedores de estrellas. Si nos dejásemos cautivar por nuestro desatino extremo, la evolución consideraría un salto mítico astral, hacia el infinito y más allá.

Tejer una red de espetos en el firmamento para huir de la insipidez. Capturar las fantasías del cenachero embriagado de quimeras. Los galimatías de las gaviotas acrecientan los fines de semana, el silencio de la calle les da protagonismo, recreo de aterrizajes y derrapes sobre el asfalto.

Como gravilla en el cemento, la mezcla de resignación y sumisión fortalece la impotencia. El vómito del rebelde agrieta la desdentada urbe. Remolinos acuosos salpican estímulos. Convivencias y voluntades de poder. La naturaleza nos enseña que, a veces, el equilibrio se rompe. ¿En qué lugar del océano se origina la ola que llega hasta mis pies? El mensaje en la botella se transformó en continente de despojos flotantes. La metamorfosis del romanticismo es una epopeya de basura. Mitos y leyendas del deshecho humano.

El alboroto duerme, se regocija el murciélago en su desasosiego. La consciencia nos indica la percepción que tenemos de nuestra existencia, extractos de energías orbitando. Ni en el centro, ni oteando perspectivas, solo micoplasmas perdidos en el todo mayúsculo. El viajero ejercita su fuerza penetrando en nuevas situaciones para conocer la libertad de movimiento, la lozanía de la experiencia. Del estrépito al maquis, sintiendo el cosmos cada vez más apartado, escrutando el destino. Las montañas azules esperan, en la tierra del tiempo del sueño. El faro de Beauduc queda en el recuerdo amarillo de Van Gogh. Envuelta en una nube de catarinas, la Camarga salvaje y limpia, respira la desnudez de su independencia.

Las alas crecieron y emprendieron el vuelo, desde el interior de la gruta, por la abertura africana, hacia el Atlántico. Hércules quedó atrás, en el laberinto de arena que desciende al húmedo reino de Hades. Los centauros libran batallas liderados por un hechicero vidente. Las flechas de los arcos son rayos de tormento. El refugio está bajo la nieve. Los conjuros nublan la mente, noticiarios repetitivos e incansables. La polvareda oscura se disipa ante el despertar. Dejarse llevar por la corriente magallánica hacia un amanecer desconocido. Perlas de energía sanadora florecen en las costas arcoíris, bajo las cálidas auroras boreales del exespacio.

Circunnavegando en el cubo carcelario de la pantera. Virus y bacterias al acecho, trincheras de asperezas menguan la reflexión. Círculos en el agua difuminan los montes acuáticos de la curiosidad. El temor es sublime. La intriga nos atrae por su posibilidad monstruosa y abisal. La admiramos desde la cómoda distancia de la representación.

Es necesario un acto de fe, para cruzar el puente inexistente, entre las escarpaduras heroicas del poeta. Animismo, brújula chamánica, unificadora de partículas autoconscientes, equilibrio expandido. Respetuoso pensamiento que convive con la naturaleza, preguntar al griot y seguir su estela. Suelo blanco de muerte y esperma que muda a rojo sangre y éste a negro sujeto. En su nacimiento, el individuo transita del interior al exterior, del blanco a través del rojo de transición del nacimiento, hasta el estado de persona. Cánticos chirrían al calor de la lumbre. La rama del árbol es bendecida antes de ser cortada, agradecimiento al hacedor de oxígeno. Relicario en el vientre del espejo, isla rodeada de clavos nkonde.

En un estado de flujo, en el que el sentido del tiempo se desvanece, el proceso del texto se ha desarrollado. Me despido con el eco del shamisen en mis oídos, a modo de sumi-e eléctrico. Agradezco vuestra paciencia, y espero no hayan faltado de aire, en la lectura de las frases interminables.

Con los impulsos creativos en aumento,

alegremente

Jim Lorena

Málaga: 13 de mayo de 2023

CURRICULUM

Jim Lorena nace buey de oro, se forma como artista, en los zocos especiados y cafés con olor a azahar, frente al cruce del Atlántico con el Mediterráneo. Allí domina el arte de la observación y de la adaptación, inmersa en la multiculturalidad del norte de África. Impregnada de luz y color, se une a la universidad Becqueriana. El cambio de ciudad y de costumbres le abre nuevos horizontes, comprendiendo el desfase temporal entre culturas. Tras su paso por el romanticismo moderno de los jardines del Carmen de la Fundación Rodríguez Acosta, abandona la Alambra por las calles de Montmartre, no sin antes encontrar su manera particular de expresión. Pasa algunos años en talleres de la Bastilla hasta afincarse en la calle Des Montibœufs, al lado de la plaza Edith Piaf. Continua su devenir como pintora escenógrafa de cine, entregada a la representación de apariencias reales para la ficción, lo que la hace viajar por toda la geografía, empapándose de paisajes matéricos y sonoros, de personajes variopintos presentes y ausentes. Las arenas de Arles, el resplandor de Burdeos, los canales de Annecy, el enorme puente de la isla de Ré… De vuelta a la capital logra entrar en St. Charles, institución creada por filósofos de mayo del 68, amantes de las artes y de todas sus necedades. Nunca la vida fue más excitante que en aquel lugar de diversión cognitiva. Trece o catorce años después, por razones involuntarias, dejó la torre Eiffel por la Giralda. Años de doctorado y trabajos varios, arduos, apasionantes a la vez que frustrantes, la han conducido a surcar el curso del rio hasta el mar, de nuevo. Ahora instalada en la ciudad de los museos, sobrevive a los prejuicios medioambientales, conservando su voluntad creativa y su libertad de pensamiento.