Elia Torrecilla Patiño
Catedrática
Discurso de ingreso en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras.

Presentado por la aspirante a idiota Elia Torrecilla Patiño

DISCURSO-TRANSCURSO

Señoras y señores de la Academia,

Embriagada me hallo ante la enorme felicidad que me produce el haber sido admitida en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras.
Recuerdo el día que re-conocí al Ilustrísimo e Impar Decano Estulto y Académico Fundador, el Sr. D. Vicente Gascón García. Fue un día desorbitado, una jornada descomunal en el que la Ilustrísima y Sorprendente Decana Estulta y Académica fundadora Lucía Peiró Lloret inauguraba una insigne exposición en la que el mismísimo Mendel se encontraba libre de prejuicios, según me confesó la académica. Y allí mismo fui convertida en guisante.

En ese preciso instante, el excelentísimo erudito Gascón, se dispuso a señalarme el camino. Cual semilla, me guió y me abrió las puertas de la Academia. Sin titubear ni una singular milésima de segundo, decidí apartar a un lado la disparatada ocupación de convencer de mis vicios y virtudes académicas al docto tribunal de las aguas de las agencias nacionales estatales de desacreditación.

Así decidí emprender mi camino en esta real Academia, donde un verde guisante como yo, insignificante meteorito y fugaz saltamontes, ve reconocida su verdadera inutilidad; con la irrisoria inactividad con la que puedo contribuir en este lunático planeta. Veo aquí reconocida la verdadera improductividad que cada mañana salpica mi día, y que paulatinamente se ve evaporada por este descabellado engranaje en estado perpetuo de torbellino huracanado.

¡Que se pare el mundo! ¡Que lo detengan! Deseo extasiarme de este estupidismo global, real, esencia de la vida misma, donde brotan ríos, fuentes, y regatos pequeños. Quiero caminar por estos surcos, hacer gala y galantería, cortesía de este don que me ha sido otorgado por las más estultas fuerzas divinas, y bailar pretenciosamente con ellas. Zambullirme en una insensata danza como quien ha perdido el miedo a morir. Renacer y bailar sobre sus tumbas.

Espero desempeñar de la más deficiente manera posible, la labor que en ningún momento me ha sido encomendada. Juro y perjuro ejercerla desde la más inverosímil y vulgar imperfección. Me encargaré personalmente de realizarla con la máxima esquivez y displicencia con el objetivo de sembrar la estupidez en el resto de astracanadas semillas. Futuros guisantes del mundo, a vosotros hago esta llamada.

Sumerjámonos en las aguas de la más pura incoherencia, manantial mismo de la poesía, donde las artes y las letras fluyen con el sinsentido que dicta la más universal de las necedades, que la salvaje y humana gente haya avistado y pronosticado jamás.

Gracias

TUBÉRCULUM VITAE

El mismo día que nací me partió un rayo y me convertí en estrella bipolar.
Primero me dediqué a volar. Me perdí. Luego decidí caminar, porque es como bailar el espacio.
Seguí las instrucciones: mueves la cabeza, mueves un pie, mueves la tibia y el peroné.
Andando. Me paso el día andando.

Errante y errática, lubina fresca de asfalto, a la deriva.
Rodando voy, rodando vengo. Por el camino, yo me entretengo.
De cueva en cueva, de costa a costa, y tiro porque me toca.

Si deseas mantener una incoherente conversación con la estupidez hecha carne, no dudes en llamarme. Esa soy yo.