Carmen Herrera Castro
Catedrática
Discurso de ingreso en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras.

Presentado por la aspirante a idiota Carmen Herrera Castro

Estultísimas autoridades académicas…

Lo primero quisiera agradecer infinitamente que personas tan inefablemente estultas como sus señorías hayan tenido a bien acogerme en su seno −y en su coseno y en su tangente y en su secante−. No puedo sentirme más realizada de lo que me siento en esta coyuntura.

No exagero ni un microgramo cuando manifiesto que llevo desde la más temprana infancia esperando la hora en la que sentirme acompañada en mis desatinos, por seres tan incuestionablemente torpes, cenutrios, poco pertinentes, chuminosos… −listúpidos, en suma−, como sus señorías.

Llegar al punto de necedad en el que me encuentro actualmente mi trabajito me ha costado, os lo digo como lo siento, que parece mentira que haya que gritarlo y repetirlo una vez y otra: estoy harta de advenedizos que creen que por decir cuatro chorradas y actuar de aquella manera pueden quitarnos el honor −y la gloria (Fuertes, siempre)− de nuestro largo recorrido en este campo; sobre todo y por encima de todo los políticos de derechas −y más las políticas a las que se suele tachar de necias con más frecuencia, no sé por qué−… Pero, basta de dispersión, como decía antes hay que gritarlo alto y claro, una y mil veces, no nos quitaran nuestro palmarés, no lo permitiremos… NO SON ESTULTOS/AS SON NEOLIBERALES… Y es que no es lo mismo, aunque casi siempre lo parezca.

Y poco más tengo que decir, no entiendo cómo ni por dónde ni por qué se han imaginado sus señorías que una persona de mi probada indolencia es capaz de rellenar cinco folios, si con uno va que chuta.

Quisiera finalizar con un grito entusiasta, para concluir con mi tesis y exaltar mi orgullosa necedad que, repito, mi trabajito me ha costado…

¡¡¡¡LA ESTULTICIA PA QUIEN LA TRABAJA!!!!

 

Carmen Herrera Castro, en Tomares, 16 de junio de 2023

CURRISTUPID

Respondo al nombre de Carmen, Carmela o Carmelita, pero YO NO ME LLAMO MARÍA estoy hasta el mismísimo de los que se empeñan en llamarme Mari Carmen, así que no se les ocurra nombrarme así −ni muchísimo menos MAMEN, ese imperativo categórico al que someten a las pobres Cármenes− porque no respondo de mis actos, pudiendo reaccionar lanzando insultos de toda índole y espumarajos por la boca, la que avisa no es traidora, boba pero avisadora, sí −claro que esto no es original, qué esperaban, nada más lejos de mi intención que serlo−. A lo que iba, tras responder al nombre de Carmen (o Carmela o Carmelita) ya no me queda mucho más por hacer.

En verdad soy simple, mi principal objetivo en este mundo ha sido desde mi primer recuerdo en la más remota niñez −escondida, en cuclillas, meando entre amapolas en un trigal, ese es mi primer recuerdo, lo juro por estas…− escapar de la mente, esa tirana, que solo sabe causarnos problemas. A mis años puedo decir que casi lo he conseguido, y si no lo he conseguido es porque no doy pa más, cosa que no me preocupa, más bien al contrario, o sea… creo que como currículo estulto ya vale.