Carles Cano
Catedrático
Discurso de ingreso en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras.

Presentado por el aspirante a idiota Carles Cano

Un discurso me manda hacer Violante… ¡Menuda estupidez! Como si no hubiera ya suficientes discursos sobre la faz de la Tierra (por cierto, ¿por qué se dirá faz como si la Tierra tuviera cara?). Como si no se dijesen suficientes estupideces en ellos. Hacer, escribir, inventar, pergeñar un discurso estúpido, como una especie de metadiscurso: ¡haga usted un discurso estúpido sobre la estupidez! ¡Y una mierda! ¡No me da la gana! Que lo haga Rubiales, o Rajoy o Ayuso, grandes expertos. O, ya puestos, que lo haga el Chat GPT, aquí va:

 “Ladies and gentelmen, hoy me encuentro aquí para hablarles de un tema que, aunque parezca paradójico, es de suma importancia: la estupidez. Sí, esa cualidad que a menudo nos hace preguntarnos si alguien realmente puede ser tan…¡bueno, estúpido!

            La estupidez es como una montaña rusa emocional en la que todos hemos montado alguna vez. Desde aquellos momentos en los que intentamos empujar una puerta en la que dice “tire”, hasta cuando olvidamos nuestras propias contraseñas por quinta vez en un día. Es un viaje sin fin de situaciones absurdas que nos hacen reír, llorar y cuestionar la inteligencia humana.

            Pero ¿quién necesita lógica y razón cuando podemos tener anécdotas hilarantes sobre los momentos más tontos de nuestras vidas?  La estupidez es lo que no une a todos, porque en algún momento u otro, todos hemos sido víctimas de ella.

            Así que, en lugar de temer la estupidez, celebremos sus momentos cómicos. Después de todo, ¿dónde estaríamos sin esos errores que nos hacen tan humanos?

Porque, como dijo alguien muy sabio “la estupidez es contagiosa, pero también es increíblemente divertida” ¡Gracias y que la estupidez ilumine siempre nuestro camino!

            ¿Se pueden decir más estupideces, gilipolleces, tópicos, lugares comunes? Sí, seguro que se puede. Como decía Einstein, hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana y no estoy seguro de la primera.

            Así pues, y sin que sirva de precedente y tampoco de antecedente, como soy un inconsciente, encantado de formar parte de esta panda de descerebrados.

 

            Carles Cano

CURRÍCULUM

Nací en València en el 57, el año de la riada, aunque en la Rioja tuvieron una de las mejores cosechas de vino del siglo. Nací ya con pelo, aunque no hay foto que lo atestigüe; y rubio, de eso si hay foto. Ahora soy castaño, cada vez menos, menuda castaña eso de ir perdiendo el pelo. Sobreviví por los pelos, según contaba mi madre porque tenía el ombligo roto y se me salía la leche por ahí, pero con tesón y leche, siempre de la misma vaca, la parca no me llevó cogido del pelo. ¡Angelito! Hubieran dicho las vecinas compungidas tirándose de los pelos, como era costumbre en la época.

            Me gusta escribir, contar y cantar a pelo, sin protección ni mapas ni escaletas. Sé que he estado a un pelo de conseguir cosas importantes: ser el soltero de oro de mi pueblo, ligarme a la chica más guapa de la pandilla, ser nombrado profesor del año o ganar alguno de esos premios literarios importantes a los que de vez en cuando me presento, pero siempre ha faltado un pelo. Otras veces, sin embargo, me ha lucido el pelo y he ganado alguno de esos premios importantes, como el Lazarillo de Literatura Infantil y Juvenil en 1994 y 2016 o el Sant Joan del Hospital de 2006.

            He hecho cosas que no creeríais, y que os podrían los pelos de punta: he bailado y cantado jotas en Japón, en Alemania, en Francia, en Minsk, en Moscú y bajo la Acrópolis. He contado cuentos y firmado libros en Guinea Ecuatorial, Méjico, Inglaterra, Marruecos, Francia, Portugal, Colombia, Argentina…donde, además di clases de valenciano durante tres meses. He hecho tres exposiciones de poesía visual: Poemes Broemes i Altres Artificis, Cartes, y Poemes Visionaris. He ejercido un montón de oficios: carpintero, tallista en madera, camarero de BBC, profesor de baile, profesor de Lengua y Literatura, Locutor, guionista de radio y televisión, escritor, narrador oral… Dicen que no tengo pelos en la lengua y ni un pelo de tonto, aunque eso no significa que lo tenga de listo, también a mi me han tomado el pelo. Ah, además de todo esto, tengo un gato, simpático y de pelo suave.

            ¡Espero que no hayáis acabado hasta los pelos!