Antonio García Lázaro
Catedrático
Discurso de ingreso en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras

Presentado por el aspirante a idiota Antonio García Lázaro

DISCURSO

Como siempre llegando y luego marchándose

Discurso que no discurro, es decir, voy hablar o mejor dicho escribir, o mejor dicho aún, describir, lo que no imagino sobre mí. No imagino a estas alturas, desde donde ya no llego a estanterías superiores, y me he de conformar con los botes que ponen en el supermercado, a la altura de los pies, que mis letras lleguen ya al podio de los escritores que venden; ni lo imagino, ni lo quiero. Humilde como soy hasta la nausea, mi palabrería solo aspira llegar a poder expresarse, y con expresar me basta un medio, no un entero, donde cuatro gatos, que sepan leer, pues oiga, me lean. No es porque tenga importantes cosas que decir, si es que la opinión personal y las sandeces, se pueden calificar de importantes, pero vamos, si hoy día opina hasta Canuto, ese de la O, por qué no iba a opinar yo… Además, hay libertad de expresión ¿no?, desde la cárcel también se opina ¿no? La cuestión es que no imagino nada más allá de lo que llevo haciendo siempre: soltar lastre en forma de texto, con ínfulas de parecer inteligente, sin serlo, y compartir una visión irónica del entorno este que nos ha tocado padecer o disfrutar. Allá la actitud de cada uno, la mía es la que es…

De pequeño, ante la ridícula pregunta de los adultos de ¿qué quieres ser de mayor niño? uno respondía con convicción: “yo quiero ser payaso”… Ridícula pregunta, porque, plantear a un crío, la certeza de un futuro, que es más incierto que el gordo de la lotería, es como preguntar a un sordo si ha escuchado los rumores. Lo de payaso no lo conseguí de forma profesional, pero ciertamente el payaso lo hice en muchos ámbitos de la vida, en el sentimental sobre todo, pero este tema lo dejo así, en la intriga. Creo que me estoy desviando; desviarme es algo que se me da bien. Algunas mañanas, mi mente se desvía a cuestiones que no vienen al caso, y cuando me doy cuenta, me he desviado in corpore insano, de la ruta que llevaba… o sea, que me he perdido, y… ¿por dónde iba?… ¡Ah, sí! un discurso de entrada. Bueno, pues eso, aquí intentando ser uno más de la Academia Estúpida. Es como la RAE, pero sin la erre, y no sé, como que la veo así con cierto aire de prestigio intelectual. Para mí sería un puntazo, si se me permite un lenguaje más coloquial, decir que soy académico de algo; poder fardar así de pertenecer a una élite, a un club exclusivo de gente cultivada, como las patatas y los pimientos. No sé si dan aquí diplomas, pero vamos, si a los amiguetes les voy pasando enlace, y comprueban que soy académico, ya no me mirarán con esa altanería que les suele caracterizar, me llamaran profesor o señor académico, me invitarán a gambas en los bares, respetarán mi turno de palabra sin interrumpirme, porque lo que yo diga irá a misa, serán afirmaciones irrefutables, categóricas, axiomáticas… daré conferencias, entrevistas, saldré en los principales medios de comunicación, me invitarán a tertulias, me harán asesor energético en grandes empresas, las señoras pedirán mi mano, me harán esculturas y retratos, figuraré en el Guiness…

¿Me dejaréis entrar, por fa?

Creo que este es un discurso estupendo, yo carezco de abuela, y pienso que muchos imbéciles se sentirán identificados con él. Como no quiero eclipsar a nadie, modestamente doy por terminada mi diatriba, además, tengo una olla al fuego y no quiero que se me esclafen los garbanzos o la morcilla. Solo añadiré, si soy aceptado, que les reservaré un plato de cocido madrileño hervido con agua del Manzanares. Me la manda mi primo desde Carabanchel… Un saludo a ustedes…

PD: “Hay que hacer la pelota para obtener algo”, lo decía mi abuela…por ello, pensé en ser futbolista, o pelotari, pero al final, las pelotas las toqué de otra manera menos deportiva… En fin, bienvenido sea yo…

CURRÍCULUM

A mí eso de currículum siempre me había evocado a algo así como “currar con el culo”, porque nunca estudié lenguas muertas, y el latín me parecía pomposo, pero indagando, resulta que descubrí, que hace referencia a la carrera que uno desarrolla en la vida, o más específicamente, que se trata de un documento con una relación de títulos, honores, cargos, trabajos, biografía, alguna mentirijilla, y todo ello en cierto orden cronológico, publicitando las capacidades de una persona…

Mal vamos pues.

De mis capacidades yo descartaría dos: estar bueno y ser manso, y de mis virtudes, creo que en mi linaje hubo una tátara, tátara, tatarabuela, con ese nombre, que ya debe ser un montón de huesos en un cementerio del cual desconozco el paradero.

En mi ruta de aprendizaje no pasé de General Básica, así que de carrera nada, más bien paseo sin rumbo. ¿Profesión? “Lo que salga”, desde poner ladrillos a trabajar con maquinaria automotora pesada. También por falta de otros voluntarios he sido delegado sindical, pues en cada empresa considero que debe existir una mosca cojonera que zumbe en la conciencia del empleador.

Porque me daba la gana, practiqué varias aficiones, metiendo la nariz aquí y allá, haciendo esto o lo otro, y averiguando después que, eso de aprender así, como Juan Palomo, se llama ser autodidacta.

Llevo media vida escribiendo para sacar los demonios, mayormente poesía libre; no he publicado nada, pero me gustaría, al menos antes de estirar la pata y pagar a Caronte. Tonteé con el dibujo en la adolescencia, y lo aparqué en la madurez, así que mi camino creativo, ha ido por una vertiente entre maldita y caótica. Con todo ello, supongo que tengo bastantes puntos para ser un estúpido en toda regla. No creo que esto se parezca a un currículum, no hay estructura formal, solo un contar lo que soy, recordando lo que he sido.

Me llena de estúpida felicidad el poder expresar de forma creativa mis contenidos, pues eso es lo que soy básicamente: un contenedor de ideas dispares, que a veces cuadran y a veces no.

No hay mucho más que rascar…