Ana Higueras
Catedrática
Discurso de ingreso en la Academia Estúpida de las Artes y las Letras.

Presentado por la aspirante a idiota Ana Higueras

El 21 de septiembre de 1981 no me dio tiempo a nacer en un coche y lo hice en el hospital de Úbeda. Me pasearon de planta en planta para mostrar mi belleza neonata y al parecer aquel acto exhibicionista, del que no me acuerdo, fue mi primer debut.

 Con un poco de uso de razón odiaba que mi madre me hiciera coletas, no obstante sentía la atracción de  exponerme al público y la que me llevó en su vientre me acompañó en el proceso. Si había una procesión el domingo de ramos, yo tenía que estar ahí vestida de lo que fuera, de virgen, de esperanza de nazarena o penitente. Si llegaba la feria, yo tenía que ponerme un vestido de gitana (me estuviera grande o pequeño) para lucirlo montada en los cacharritos o en el autobús. Si había una cabalgata yo tenía que estar montada vestida de pastira, pastora o de yo misma, el caso era participar y estar rodeada de confeti, caramelos y vítores, de lo contrario la pataleta era infernal.  También me encantaba que mi abuelo me mandara a pedir la cuenta a los camareros, además de solicitar autógrafos a personajes famosos, aunque no los conociera. Y por supuesto si encontraba  un escenario vacío tardaba poco en subir para ver qué se podía hacer allí.

Después con la adolescencia vino el teatro de sala, de calle, happenings y pasacalles, expresión corporal, danza y arte plástico. El deseo exhibicionista estaba, pero algo oculto en personajes y otras florituras.

Cierta noche entré en una tetería de un pueblo costero, donde el camarero se negó a servirme la consumición que le solicité y a grito pelado decía: ¡Coño, que ya no pongo más copas que yo nací para ser performer! Y ahí fue la primera vez que escuché el término. Al mismo tiempo, en el centro del local, ante un atril vacío había un hombre de pie que no cesaba de hablar, decía cosas inconcluyentes, los comensales desde sus banquetas, de vez en cuando intervenían brindaban, reían, callaban, escuchaban y desescuchaban. Yo,  no sabía de qué se trataba pero aquello me gustaba y me quedé. Para mí fue el inicio de muchas veladas dadá.

En una clase de la facultad, un profesor me preguntó públicamente porqué mi cuerpo solía estar presente en mis piezas artísticas y yo le contesté: Porque soy exhibicionista. Por aquel entonces lo tenía claro pero hoy entiendo que no era eso,  lo que verdaderamente estaba trabajando, era la presencia.

A lo largo de mi tiempo he ido haciendo conmigo misma, me he acompañado en un proceso en el cual a veces me he cagado encima y otras no. En definitiva, me lo he pasado bien y como esto aún no ha terminado, todo lo que he escrito puede que dentro de un tiempo lo vea desde otra perspectiva y me plantee una biografía diferente. He encontrado un hueco en mi ajetreada vida para hacer estas declaraciones, y quizás haya idealizado un pasado que no sea cierto y que por supuesto ya no existe, o no.

CURRÍCULUM

Ana Higueras. Nieta, sobrina, hija, madre y amiga.

ETAPAS

Etapa neonata: Comer dormir y cagar

Etapa infantil: Manipulación mediante el llanto, dolores de barriga falsos y abrazos. Especialidad en hacer píldoras y meterse en la nariz pelusillas de la manta antes de dormir.

Etapa adolescente: Experimentación con drogas varias. Asexualidad  relativa y obsesión por el arte plástico y escénico. Especial interés de largarse de la ciudad donde vivía. Buscavidas.

Etapa adulta: Viajes y asentamientos por el continente  Europeo. Sentir libertad sin tener el carnet de conducir. Sentir miedo por la calle al volver a casa de noche. Superación de la nueva identidad al ser madre.  Apendicitis, ansiedad, resfriados, Covid, dolores de espalda y abstemia alcohólica. Participación en eventos artísticos sin remuneración.

Etapa tercera edad: Está por ver.

IDIOMAS: Manejo del Castellano, inglés, francés, italiano y valenciano, pero los mezcla entre sí.

INTERESES: Performance Art. Escultura y artesanía en vidrio fundido. Docencia artística. Pasear sin rumbo en búsqueda de inspiración. Poner títulos largos a las piezas de arte.